miércoles, 15 de marzo de 2017

-Los juegos nemeos:



Los Juegos Nemeos eran unos juegos fúnebres públicos. La institución de estos juegos se remonta hasta la victoria obtenida por Heracles sobre el famoso león de Nemea, o, según otras versiones, fueron creados directamente por los habitantes de Argos con motivo del trágico final del joven Arquemoro.

A esto se une la ubicación del templo de Zeus, del cual aún quedan en pie algunas de sus columnas, en un bosque sagrado de cipreses, un árbol que siempre simbolizó la muerte y el infierno. Nemea fue la ciudad que acogía los juegos por lo menos desde 573 a.C., en el santuario consagrado a Zeus. Por habérsele consagrado estos juegos, Zeus recibió el epíteto de Nemeo, que también tenía su hijo Heracles, el fundador de los mismos juegos según la tradición más arcáica.


-EL ORIGEN DE LOS JUEGOS NEMEOS: LOS MITOS
HERACLES Y EL LEÓN DE NEMEA:
Los Juegos de Nemea se impusieron como recuerdo de la hazaña de Heracles en uno de sus doce famoso trabajos. El león de Nemea campaba por todo el país aterrorizando a sus habitantes hasta que Heracles lo capturó y lo eliminó estrangulándolo. Sin embargo, esta versión sólo logró difusión durante la época romana.

Mucho más conocido fue el triste cuento del pequeño Ofeltes, rebautizado póstumamente como Arquemoro, que guarda una estrecha relación con la historia de los Siete contra Tebas. Por ende, es una historia que forma parte de la saga del célebre Edipo. Polinices, hijo de Edipo, junto a otros seis jefes (entre los que se encontraban Adrasto y el adivino Anfiarao) se rebeló contra Tebas, donde reinaba su hermano Eteocles, alegando un acuerdo no respetado. 


Licurgo, rey de Nemea, entregó su hijo Arquemoro a Hipsipile, después de haberla reducido a la esclavitud, para que lo amamantase. Un día en que la nodriza vagaba placenteramente por el campo con el niño en brazos, acercáronse a ella los siete jefes agrivos, que cruzando el bosque nemeo marcharon a la expedición contra Tebas, en súplica de que les indicase una fuente próxima en que satisfacer la sed intensísima que les abrasaba y descansar así un momento.

La esclava, sin medir lo peligroso de lo que hacía o quizá ofuscada por la turbación, dejó al niño sobre una mata y acompaño a los expedicionarios hasta una fuente algo distante. Mientras tanto, la criatura moría ahogada por una serpiente.






No hay comentarios:

Publicar un comentario