-Los
juegos nemeos:
Los Juegos
Nemeos eran unos juegos fúnebres públicos. La institución de estos juegos se
remonta hasta la victoria obtenida por Heracles sobre el famoso león de Nemea,
o, según otras versiones, fueron creados directamente por los habitantes de
Argos con motivo del trágico final del joven Arquemoro.
A esto se une
la ubicación del templo de Zeus, del cual aún quedan en pie algunas de sus
columnas, en un bosque sagrado de cipreses, un árbol que siempre simbolizó la
muerte y el infierno. Nemea fue la ciudad que acogía los juegos por lo menos
desde 573 a.C., en el santuario consagrado a Zeus. Por habérsele consagrado
estos juegos, Zeus recibió el epíteto de Nemeo, que también tenía su hijo
Heracles, el fundador de los mismos juegos según la tradición más arcáica.
-EL ORIGEN DE
LOS JUEGOS NEMEOS: LOS MITOS
HERACLES Y EL
LEÓN DE NEMEA:
Los Juegos de
Nemea se impusieron como recuerdo de la hazaña de Heracles en uno de sus doce
famoso trabajos. El león de Nemea campaba por todo el país aterrorizando a sus
habitantes hasta que Heracles lo capturó y lo eliminó estrangulándolo. Sin
embargo, esta versión sólo logró difusión durante la época romana.
Mucho más conocido fue el triste cuento del pequeño Ofeltes, rebautizado póstumamente como Arquemoro, que guarda una estrecha relación con la historia de los Siete contra Tebas. Por ende, es una historia que forma parte de la saga del célebre Edipo. Polinices, hijo de Edipo, junto a otros seis jefes (entre los que se encontraban Adrasto y el adivino Anfiarao) se rebeló contra Tebas, donde reinaba su hermano Eteocles, alegando un acuerdo no respetado.
Licurgo, rey
de Nemea, entregó su hijo Arquemoro a Hipsipile, después de haberla reducido a
la esclavitud, para que lo amamantase. Un día en que la nodriza vagaba
placenteramente por el campo con el niño en brazos, acercáronse a ella los
siete jefes agrivos, que cruzando el bosque nemeo marcharon a la expedición
contra Tebas, en súplica de que les indicase una fuente próxima en que
satisfacer la sed intensísima que les abrasaba y descansar así un momento.
La esclava, sin
medir lo peligroso de lo que hacía o quizá ofuscada por la turbación, dejó al
niño sobre una mata y acompaño a los expedicionarios hasta una fuente algo
distante. Mientras tanto, la criatura moría ahogada por una serpiente.
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