Poseidón
en la literatura y el arte.
Poseidón era un importante dios municipal de varias
ciudades: en Atenas, era el segundo en importancia por detrás sólo
de Atenea, mientras en Corinto y en muchas ciudades de
la Magna Grecia era el dios jefe de la polis.
En su aspecto benigno,
Poseidón se concebía creando nuevas islas y ofreciendo mares en
calma. Cuando se enfadaba o era ignorado, hendía el suelo con su tridente y
provocaba manantiales caóticos, terremotos, hundimientos
y naufragios. En la Odisea, su rencor hacia Odiseo impidió
a éste regresar a su hogar en Ítaca. Los marineros oraban a Poseidón para tener
un viaje seguro, a veces ahogando caballos como sacrificio; de esta forma,
según un papiro fragmentario, Alejandro Magno se detuvo en la costa
griega antes de la Batalla de Issos y recurrió a las oraciones,
«invocando al dios del mar Poseidón, para lo que ordenó que un carro de
cuatro caballos fuese lanzado a las olas.»
Según Pausanias, Poseidón fue, junto
con Gea y Temis, una de las divinidades a las que pertenecía
el oráculo de Delfos antes de que el olímpico Apolo los
sustituyese. Apolo
y Poseidón colaboraban estrechamente en muchos ámbitos: en la colonización, por
ejemplo, Apolo Délfico daba la autorización para partir y asentarse, mientras
Poseidón cuidaba de los colonizadores en su viaje y proporcionaba el agua
purificadora para el sacrificio fundacional. En
su Anábasis, Jenofonte describe a un grupo
de soldados espartanos en 400–399 a. C. cantando
un peán a Poseidón, un tipo de himno destinado normalmente a Apolo.
Como Dioniso, que enfervorizaba a las Ménades,
Poseidón también provocaba ciertas formas de perturbación mental. Un
texto hipocrático de c. 400 a. C., Sobre la
enfermedad sagrada, afirma que era considerado culpable de ciertos tipos
de epilepsia.
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